jueves

45. This too shall pass

Hola, ¿cómo estuvo tu semana? Con subidas y bajadas me imagino, algunos detalles seguro te hicieron rabiar, otros te hicieron llorar pero espero que en general hayas estado en paz e incluso feliz. Es fácil perder la cordura hoy en día, con todo lo que pasa a nuestro alrededor, con todo lo que leemos a diario, con lo que pasa frente a nuestros ojos. Culpo un poco al exceso de (des)información y a las redes sociales. Me pasa que después del trabajo, en el trayecto de vuelta a casa en el metro, mientras voy revisando Instagram me topo con las vidas perfectas de las y los llamados influencers, todo en sus fotografías es un comercial de perfección y felicidad, son como un anuncio de Coca Cola infinito, con sonrisas por todos lados, cabello y cuerpos perfectos, casas increíbles, viajes a lugares de ensueño, comida Gourmet en el desayuno, el almuerzo y la cena, mimosas, ropa de diseñador, objetos de última moda por aquí y por allá...Y me pregunto si de verdad sus vidas serán tan perfectas o si tomarán la foto y luego la magia se desvanecerá. Regularmente soy una persona optimista, de esas que tratan de ver el vaso medio lleno, de esas que todavía tienen fe en la humanidad, de esas que creen que podemos salvar al planeta… Pero honestamente tanto optimismo no es sostenible todos los días, a veces también me derrumbo, a veces rompo el vaso y veo al mundo lleno de maldad y ando por las calles con mi nube gris en la cabeza…Y creo que esos días miserables son clave para mis días buenos pues ya que pasa la tormenta me ayudan a apreciar todo lo bueno que hay en mi vida. Hay una frase que me gusta mucho que dice: “Cuando tengas días buenos, ríe, juega, disfrútalos al máximo por que no todos tus días van a ser así y cuándo tengas días malos, llora, grita, desahógate y ten en mente que no todos tus días van a ser así.” Lo mejor que podemos hacer es balancear nuestros momentos felices y nuestros días terribles, es verdad, hay que procurar que las vidas que tenemos estén más llenas de felicidad que de tristeza, pero también hay que comprender que hay situaciones que van más allá de lo que podemos controlar, a veces no hay nada que se pueda hacer más que sentarse a llorar en un rincón y desde el donde de mi corazón les digo, eso es válido y a veces necesario. Otra frase que me gusta sale en una película donde Julia Roberts acaba de cagarla y no encuentra manera de arreglar la situación, derrotada se sienta en el piso del hotel y saca un cigarro. Un camarero que pasa por ahí le dice que no puede fumar adentro y le pide que se salga. Ella le cuenta que está teniendo un mal día, el camarero con mucha paciencia le dice que su abuela solía decir que cuando los días fueran más oscuros en su vida pensara: This too shall pass. (Esto también pasará). Y bueno, se convirtió en uno de mis mantras favoritos para los días malos, se los comparto para que lo usen también si alguna vez lo necesitan.
Mi reflexión de este día es que no se tomen todo lo que ven en redes sociales tan enserio, esas vidas perfectas en Instagram son aspiracionales y casi siempre poco realistas, no caigan en la trampa de creer que tener más es el camino a la felicidad, al contrario, mientras menos objetos innecesarios llenen nuestras vidas, más espacio habrá para las cosas verdaderamente valiosas. Sí tuvieron un día, o una semana o un mes difícil, permítanse sentir auto-compasión por ustedes mismos, trátense con cariño, escriban lo que sienten, analicen que es lo que los está haciendo sentir mal y si lo necesitan busquen ayuda, ¡sálvense!
Si por otra lado tuvieron muchos días felices, llenen el tanque, sean agradecidos, aprecien a los que los rodean, analicen cuáles son las cosas o situaciones que los hacen sentirse así, piensen si pueden implementarlas más seguido en su vida diaria.
En fin, aquí concluyo mi pequeña reflexión que proviene de esas semanas con altibajos, de esos días donde el vaso no siempre estuvo lleno pero tampoco vacío.
Buena vibra para todos.

44. Abandono

Te vas, me dejas sin avisar. Ya pasó casi un mes y yo estoy aquí, soy un manojo de nervios esperando, preguntándome cuándo te dignarás a volver. Lo primero que cruza mi mente  es saber si estás bien, no quisiera que nada malo te hubiera pasado (aunque honestamente tal vez me daría más confort saber que no has vuelto porque te atropellaron por ejemplo). Cada día que pasa, busco pistas de tu presencia, me pregunto si piensas en mí como yo pienso en ti o si de plano ya te olvidaste para siempre de mí... ¿y qué hago entonces con lo que hemos creado tu y yo? Los amigos me ven y notan tu ausencia, trato de disimular, trato de distraerlos con historias del pasado pero ya no es tan fácil convencerlos de que te esperen, he notado como algunos se han ido también, no los culpo, a nadie le gusta la inconsistencia, a nadie le gusta esperar. Ya no sé si puedo seguir manteniendo esta farsa, tal vez sea hora de que yo cierre todo y me vaya, tal vez es hora de que yo te deje a ti para variar, para que cuando vuelvas no encuentres nada, ni amigos, ni historias, ni corazones...Tal vez es hora de que tú te enfrentes al vacío y a la soledad de la ausencia, tal vez entonces empieces a apreciarme más... Te dejo esta nota por si vuelves y no me encuentras, para que sepas cuántos días te esperé, para que planees tus disculpas (ya veremos si te perdono). Atte. Tu blog.

43. Juego

Vamos a jugar a enamorarnos, pretendamos que es la primera vez que nuestras miradas se cruzan y ¡pum! Nos cae de golpe un rayo cargado de electricidad. 
Vamos a imaginarnos que ésta es la primera vez que yo sonrío y tu no puedes contener lo mucho que te gusto, y luego habla y déjame escuchar tu voz para que sienta que no he oído ningún sonido más espectacular en toda mi vida.
Atrevámonos a tomarnos de la mano y dejemos que los pies se despeguen del piso y sintamos que flotamos, aprovechando recordemos ese primer beso que nos llenó de mariposas el alma y nos transformó para siempre.
Vamos a jugar a enamorarnos y de paso volvamos a hacerlo enserio, aunque tal vez no es tan necesario pues el paso de los años a tu lado sólo me han enseñado a amarte cada día más. 
No te asustes. De cualquier modo si un día todo esto se acaba, recomiendo que volvamos a empezar, buscaré en tu rostro con paciencia y encontraré nueva tu mirada y tú verás el mío hasta dar emocionado de nueva cuenta con mi sonrisa,  jugaremos sin reparos hasta enamorarnos una vez más.

42. Elevador

Vas en el elevador, la nota que escribiste con la dirección anuncia que vas al piso 72, contigo van dos tipos trajeados que se subieron en el lobby con sus respectivos cafés y una pareja muy arreglada que seguro va al restaurante en el mismo piso al que tú vas. Odias las alturas y cada segundo en esa caja tramposa que sube velozmente te parece una eternidad. Por ahí del piso 52 a alguien se le ocurrió que sería una buena idea que los muros fueran de cristal y entonces puedes ver hacia afuera, la ciudad cada vez más chiquita y el piso cada vez más lejano. Tu corazón late y late más fuerte, te llevas la bolsa al pecho y la abrazas. Los tipos trajeados van platicando algo de fútbol, la pareja va dándose besitos y sonriendo cómo si nada pasara. En el piso 63 el elevador se detiene, los trajeados salen muy calmados. Cometes el error de ver hacia abajo de nuevo y el vértigo se apodera de ti, abres los ojos como plato, respiras agitadamente, sientes que te falta el aire, finalmente el elevador se detiene una vez más, llegaste a la cima, lo lograste. La pareja se baja y tú te quedas congelada viendo las puertas del elevador, miras hacia afuera, ves pasar a un ave y luego un avión y de pronto reaccionas y te das cuenta de que no hay manera de que puedas venir todos los días y entrar en este elevador y subir 72 pisos y además trabajar 9 horas a esas alturas, te preguntas ¿a quién se le ocurrió construir un edificio tan alto y además en una zona altamente sísmica? La campana suena de nuevo, sin darte cuenta llegaste al lobby, quieres bajarte pero no puedes, estás paralizada, las puertas del elevador se cierran de nuevo, alguien aprieta el piso 72, vas para arriba de nuevo, te aterras, gritas hacia adentro, sabes que estás atrapada y destinada a vivir en el elevador hasta que superes el miedo.


lunes

41. Lluvia

Tuve que tomar tres tazas de café para poder echar a andar este día, dormí poco anoche, tal vez es por el café que bebí ayer y ese ciclo vicioso del "¿qué fue primero? ¿el café o el insomnio?" Mientras escribo siento como las ideas y los pensamientos se me amontonan borrosos en el lóbulo frontal, como un recuerdo de algo que no puedo distinguir con claridad.

En fin, hoy me he dedicado a caminar y a ver llover y de paso he dejado que la lluvia me bese la cara. Hace frío, un frío ridículo para los que están acostumbrados a ver nevar, un frío falso que se quita con apenas una sudadera y un abrigo (frío pues, para la sangre defeña que recorre mis venas al menos).

Pero permitan que les hable de la lluvia, hace un par de años que no veía llover, una sequía violenta se ha adueñado de este lugar en donde habito y entonces me había desacostumbrado... O mejor dicho me había acostumbrado a los caminos arenosos, a los montes amarillos y a los árboles tristes. Entonces esta mañana aproveché y cuando empezó a llover no corrí a resguardarme, seguí caminando a paso normal, levantando el rostro y dejando que las gotitas impactaran contra mi cara. No saben lo lindo que se ha puesto todo, verde, vivo, feliz... Los árboles se regocijan en una fiesta de agua y se preparan para la siguiente sequía.

En el mundo han pasado tantas cosas que enlistarlas me parece un arduo trabajo, prefiero no hacerlo, sin embargo, déjenme decirles que para no variar seguimos perdiendo puntos como humanidad. Es una pena ver como seguimos levantando muros y quemando puentes, es inexplicable como la indiferencia nos ha vuelto la piel tan dura que dejamos que toda tragedia se nos resbale y nos olvide. Sepan también también que afortunadamente aún quedan los invencibles, los incansables, los soñadores, los que dan la cara, los que no permiten injusticias, los que levantan el puño y luchan por el bien común, son pocos, pero su fortaleza es la que mantiene a este planeta girando…

En fin, sólo quería contarles un poco de la lluvia y de los árboles y de los tiranos que construyen muros y de los héroes que los derriban. Sólo quería dejarles una nota de mis pensamientos adormilados. Felices días de lluvia para todos.

sábado

40. Cerebro

Lo siento desde hace un rato, algo ha contaminado mi sangre y poco a poco va secuestrando a mi cerebro... A mí cerebro...Cerebrooo, extiendo la palabra en mi mente y la recorro por mi lengua tratando de encontrar con claridad el significado pero me da un hambre voraz que no puede esperar a que amanezca. Me levanto de la cama y camino de puntitas hacia la cocina para no despertar a nadie, abro la puerta pesada del refrigerador, el zumbido emitido por la luz interior se abalanza sobre mis pupilas cómo si fuera un reflector, siento que la cabeza me va a estallar, zzzzzzzmmmmm mis ojos se adaptan por fin al brillo y entonces busco algo que comer. Hay un litro casi vacío de leche, un poco de pan, medio cartón de huevos, un yoghurt que seguro expiró hace tres meses y un tupper con lasaña de ayer. Nada me parece apetitoso. Mi estómago ruge como si quisiera salirse y hacerse cargo por sí mismo de la búsqueda de comida, empiezo a sudar y tengo fiebre, tal vez debería llamar a un doctor. Tal vez... Abro el congelador y un soplo helado me calma las ansias, descanso mi frente sobre una bolsa de vegetales congelados y escucho es tssss similar al de las gotas de agua que caen sobre un comal ardiendo. En el fondo vislumbro un pedazo de carne, puede ser un rib eye o un new york, nunca he sabido diferenciar un corte de carne de otro, todas las carnes me saben igual. Mi olfato está de lo más fino, distingo la crudeza del corte a pesar de que está hecha un hielo, mi estómago se emociona, la pongo en el fregadero y dejo que un chorro de agua caliente la suavice. No ha pasado ni medio minuto y  siento que la espera me va a volver loca. Mi cuerpo se siente extraño, adolorido pero lleno de fuerza, una revolución se mueve en mi sistema circulatorio, siento una lágrima que resbala de mis ojos, me la limpio y veo sangre. Me asusto y subo corriendo al cuarto donde duerme mi novio, prendo la luz (zzzzzzzzzzmmmmm), el perro me ladra y sale corriendo despavorido. Mi novio despierta confundido por el alboroto, me pregunta ¿qué pasa? y yo me quedo quieta esperando a que note la sangre en mis ojos, se queda inmóvil y yo me acerco para que me abrace, mi estómago ruge, su piel huele muy bien, me pregunta de nuevo ¿qué pasa? y yo pronuncio con dificultad la palabra “Cerebroooo”, de la nada me abalanzo hacia él, y con destreza sacada quién-sabe-de-dónde, le muerdo el cuello, él pone un poco resistencia pero la mordida es muy eficaz y cae rendido ante su inminente muerte. Yo me pierdo en un frenesí de mordidas donde arranco piel y carne y sangre, me pregunto qué corte de mi novio me estoy comiendo, no sé bien cómo distinguirla, después de todo, todas las carnes me saben iguales.

jueves

39. Hombres necios

¿Ha notado usted que las mujeres solemos caminar más a prisa?¿Ha notado que durante días calurosos muchas nos cubrimos y tratamos de pasar desapercibidas?¿ Ha notado nuestros rostros rojos cuándo nos lanzan comentarios vulgares o cuando chiflan o cuándo se masturban a nuestras expensas y nos muestran sus penes en las calles? Tal vez usted piense que somos unas exageradas, que deberíamos sentirnos agradecidas de que usted se tome el tiempo de “admirarnos”, que deberíamos sonreír cuándo nos tocan sin nuestro permiso, o cuándo restriegan contra nuestros cuerpos en cualquier transporte público o bar o parque. Nos queda claro que muchos piensan que es nuestra culpa y que nos merecemos ser víctimas de sus acosos, después de todo si no quisiéramos ser violentadas no nos vestiríamos así, no caminaríamos así, no hablaríamos así, no tendríamos unas “chichotas bien ricas”, ni “unos culos que sólo sirven para ser cogidos”. Es tan simple como que es nuestra culpa por haber nacido mujeres. Y no se nos ocurra denunciar violaciones o abusos sexuales porque lo encuentran más ofensivo y más atroz que la violación misma. Les gustamos más cuando nos quedamos calladitas pero ya no podemos más, ya no debemos. Y por lo tanto saldremos a las calles y levantaremos la voz y estaremos alerta y nos cuidaremos entre nosotras, y a esta revolución se unirán varios del sexo masculino (porque no todos son basura, no todos son ignorantes, ni brutales, ni están llenos de rabia, ni de calentura) y finalmente viviremos en un mundo mejor.
En cuanto a usted, esperamos que ya no se tan necio, ni tan egoísta, ni tan imbécil, y que comprenda que lo que hace está mal, que siempre ha estado mal y nada, absolutamente nada lo justifica... Y si no quiere entender entonces muérase y ya.

martes

38. A mis gatos

Pequeños cuadrúpedos peludos, dulces escaladores de árboles, implacables cazadores del láser. Permítanme dirigirme a ustedes con todo el respeto que se merecen. Queridos gatos de mi vida, qué lindo ha sido conocer a todos y cada uno de ustedes. Todos han llegado en el momento preciso, cuándo más los he necesitado (espero que eso haya sido recíproco). Para los que no me conocen, he tenido gatos desde antes que se pusiera de moda tener gatos, mi madre siempre los rescataba de las calles y los llevaba a nuestro hogar donde les dábamos refugio temporal o permanente.
Antes de que el internet los volviera famosos, los gatos eran maltratados y hasta repudiados, la gente puede llegar a ser muy cruel y los consideraban seres inferiores a los perros (lo cuál es una estupidez porque no hay ningún animal inferior a otro). En fin, yo nunca creí en lo que la gente decía y defendía a los felinos a capa y espada, ¿es que cómo no hacerlo? si ellos siempre ronroneaban para calmar mis ansiedades, uno de ellos pasaba noches enteras acompañándome mientras hacía tediosas tareas en la universidad, otra me enseñó que la vida hay que vivirla cómo si tuviera 9 vidas, que hay que salir al mundo y regresar con sorpresas para los que amas (gracias por todos los pájaros, las lagartijas y los ratones que me trajeron, disculpen que se los quitara y los liberara pero es que en realidad no me los iba a comer).
Queridos gatos, no saben cuántos les agradezco los juegos y la simpleza y la compañía y el cariño. Espero que ustedes se hayan sentido queridos, tan queridos como yo siempre me sentí.
¿Y usted ya felicitó a su gato hoy?

lunes

37. Café de olla

Nunca olvidaré las mañanas en casa de mi abuela. Me despertaban dos cosas: El sonido del radio programado en Universal Stereo y el aroma delicioso del café con canela que mi abuela bebía religiosamente todos los días antes de irse a trabajar. Pienso en eso mientras espero en una larga fila en Starbucks, en la radio suena alguna canción de Taylor Swift. Observo el menú con con todas las opciones: americano, expresso, caramel macchiato, capuccino, te matcha, chai latte; con leche entera, de soya, de almendra o tal vez un chocolate, blanco, mocha... Sólo de ver la lista me siento agotada y eso que todavía hablamos de la temperatura y el tamaño ¿qué carajos es eso de short, alto, grande, venti y trenta? ¿Qué pasó con pequeño o grande? Y el precio, ¡$52 pesos por un café! Parece un robo, es un robo y me siento ridícula, empiezo a hiperventilar. Mi abuela se burlaría de mí y con toda la razón del mundo. El monstruo del capitalismo me ha atrapado pero aún puedo escapar de ésta vergonzosa situación. Me sudan las manos, me falta el aire y entonces grito "¡Nunca más!" Me escurro de la fila, la gente se me queda viendo o pienso que se me queda viendo, escucho sus susurros y críticas, me tachan de loca por salirme estando tan cerca (en el fondo sé que me miran con algo de admiración, en el fondo ellos quieren hacer lo mismo).
Ya afuera, con la brisa citadina acariciándome el rostro, camino segura hacia la esquina dónde se pone la tamalera, quien amablemente me da los buenos días y me pregunta qué puede servirme, le pregunto si tiene café y me dice que sólo de olla, quiero abrazarla pero contengo mi entusiasmo y sólo le digo que me dé un café. No hay más preguntas, con audacia toma un vaso de unicel y lo llena hasta el tope, lo cubre con una tapita de plástico, no le escribe mi nombre, ni nada de esas tonterías, y al final me cobra $9 pesos. Le doy las gracias y me suelta un "ándale mija, que Dios te bendiga" (y todos sabemos que nada da más suerte, que la bendición de una total extraña). Me voy más que contenta con mi bebida que huele a la casa de mi abuela y completamente aliviada de no tener que contestar toda una encuesta cuándo todo lo quiero es un simple café.

domingo

36. Morir de amor

Él tenía ojos mojados, le abrazaba las piernas con desesperación. Ella lo miraba desde lo alto, estaba cansada de esa relación, ésta era la cuarta vez que intentaba romper con él, pero parecía una tarea hercúlea.

-No entiendes que si me dejas me voy a morir.
-No digas tonterías, nadie se muere de amor.
-Yo sí... Mi corazón se va a detener y me voy a morir y va a ser tu culpa.
- (Suspira) Vas a estar bien, sólo necesitas tiempo. Por favor suéltame.

Él se descuida un poco y ella logra huir de su apretado abrazo y corre lo más rápido que puede para alejarse de ahí. Él intenta ponerse de pie pero un dolor inexplicable le inunda el corazón. No puede hablar, no puede abrir los ojos, se ha convertido en la primera persona que muere de amor. Ella será la primera persona que termina tras las rejas por provocar su muerte. Muchos más seguirán... Esos son los peligros del amor.